Suena el despertador y un poco alterada lo desactivas, es hora de empezar de nuevo. Una ducha tibia, un poco de café caliente para iniciar otra rutina diaria.
Mientras tomas el café, tu mirada se pierde y tus pensamientos comienzan a aparecer: recuerdas esos días que saltabas de la cama emocionada, tenías tantas ilusiones, tantos planes y ahora te sientes en un laberinto, en el que das vueltas y siempre llegas al mismo lugar.
No entiendes cómo llegaste al punto en el que te encuentras. Nunca pensaste que podrías sentirte así. Sabes que quieres nuevas ilusiones, reírte a carcajadas, sentir mariposas por la ilusión de ver a alguien o superar un reto.
Si bien la rutina genera un poco de seguridad, todas las personas necesitan un poco de sorpresa, emoción e ilusión. En este momento, sientes que no estás viviendo, algo te falta, aunque tienes lo que necesitas.
Muchas veces te cuestionas por sentirte así, a simple vista pareciera que estás siendo ingrata. Pero no ¡detente! no te critiques, no te reprimas, por el contrario, valora lo que te sucede.
Sentirte perdida, no es algo totalmente negativo, por el contrario, puede ser la maravillosa oportunidad de darte cuenta que estás justo en el momento en el que te das cuenta que debes renovarte.
Sentir que estás perdida no está mal, es una alerta que tu cuerpo y mente te están dando. Es tu oportunidad para tomar consciencia y actuar en consecuencia.
Toma en cuenta que cada mujer es distinta. Muchas tienen una clara comprensión de lo que quieren de la vida y cuentan con el impulso para lograrlo. También, están aquellas que saben lo que quieren de la vida, pero no pueden encontrar una razón suficientemente buena para perseguirlo. Aquellas que no saben lo que quieren. Y, las que sabían qué querían pero que con el pasar del tiempo han dejado de lado sus planes.
A veces, la falta de motivación puede deberse al temor de no cumplir con un objetivo. Temor que suele derivar de la búsqueda de la perfección en aquello que hacemos; lo que nos puede llevar a postergarlo.
Es como si eligieras estudiar una carrera universitaria porque es lo que tu familia espera de ti. O decidas involucrarte en alguna actividad por presión - directa o indirecta - del entorno en el que te desenvuelves. Esto sólo te va a llevar a invertir tiempo e incluso dinero, en algo con lo que no te sientes a gusto y que podría desencadenar en un trastorno de tu estado de ánimo.
Y es que, por más que entendamos lo que es mejor para nosotras, muchas veces sucumbimos ante decisiones menos favorables que distan de lo que realmente queremos hacer o tener. Sin darnos cuenta, los días pasan y siguen pasando, y las ilusiones se van durmiendo y la rutina diaria va desplazando el plan que tenías para tu vida.
Ahora, ¿por qué algunas personas son más persistentes con sus objetivos?
Bueno, la cuestión está en que cada vez que tomas una decisión sobre algo, tu mente subconsciente procesa la siguiente pregunta: ¿Esto me traerá más dolor o más placer? Y es precisamente la respuesta a esta interrogante, la que marca la diferencia.
Algo similar a la relación costo-beneficio; que corresponde a la valoración del esfuerzo o dedicación que debemos aplicar en función a la retribución. Y para las personas desprovistas de motivación, suele ser una decisión difícil, puesto que en ella existe un riesgo. Allí comienzan a manifestarse nuestros miedos e inseguridades.
Esos miedos pueden estar asociados al valor que damos a opiniones ajenas o al deseo de complacer a otros. Y que se traducen en la resistencia al cambio o a romper con patrones de conducta que nos saquen de nuestra zona de confort. Esto sólo podemos superarlo si contamos con el estímulo suficiente para determinar lo que queremos o necesitamos para avanzar.
Pero no debes esperar que ese estímulo sea siempre externo. Eso sería como poner tu destino en manos de otra persona. Debes ser tú quien debe tener el control sobre esto. En las sesiones de orientación con un experto puedes aprender ejercicios para enfocarte en ti, gestionar mejor tus emociones y encontrar respuestas de forma más rápida cuando estás sumergida en este tipo de situaciones.
Una buena idea es buscar ambientes o situaciones que impliquen retos para ti.
Retos sanos y motivadores claro está. La competencia saludable nos da otra razón para esforzarnos y lograr cosas más allá de nuestros límites. Literalmente, nos hace luchar.
Tener un objetivo en concreto, no solo te motivará a ser cada vez mejor; también alimentará tu ego y reforzará tu autoestima. Cuando fortaleces tu autoestima tienes una mentalidad positiva. Los pensamientos positivos te ayudan a estar más tranquila y, por ende, más concentrada para descubrir lo que quieres o tomar el impulso que necesitas para lograrlo.
Además, las personas motivadas tienen una comprensión clara de hacia dónde se dirigen en la vida. Y aunque puede que no necesariamente sepan con certeza dónde estarán en diez años, si tienen muy claro dónde quieren estar en los próximos tres o cinco años.
Los riesgos ya no debes como una opción que debes obviar, por el contrario, los debes entender como una oportunidad para avanzar.
Apoyarte en alguien experimentado es una opción que siempre debes considerar. Ni te imaginas cuánto malos momentos te pueden ahorrar. Ellos cuentan con competencias para encontrar esa respuesta que está dentro de ti pero que aún no encuentras.
Considera que, con la ayuda de un especialista, podrás identificar las razones que puedan estar afectando tu energía o estado de ánimo.
Ten presente algo, no eres extraña, no lo vives tú sola, todas las mujeres pasamos por este tipo de etapas. La diferencia está entre las que eligen aprender de esos momentos y superarlos; y, las que sienten que eso es lo que llaman vida y simplemente se conforman.
Nunca creas que no eres merecedora de algo mejor, de unas horas más de sueño, un cumplido, una sensación de libertad o plenitud. No veas imposibles en aquello que deseas emprender. Eres capaz de tomar riesgos. Romper con un patrón de conducta que te haga salir de tu zona.
¡Anímate!
Gracias por visitar el blog. Hasta la próxima!!
Un abrazo
Wendy
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